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martes, 11 de noviembre de 2014

Camín Real de la Mesa: Puerto de San Lorenzo a Dolia



    Después de haber disfrutado con el primer tramo, me propongo continuar el viaje a través de esta milenaria ruta. “El territorio del Camín Real de la Mesa es un mundo abarcable con la vista, ….. transitable, que se asoma a la vertiente norte de la Cordillera Cantábrica,……”


   Estudios arqueológicos de no hace mucho tiempo han constatado algunas reformas realizadas en su trazado durante los siglos XVI y XVII, que acreditan el enorme trabajo y la obra de ingeniería llevada a cabo, en unas difíciles condiciones topográficas y meteorológicas, con unos resultados extraordinarios: una carretera de excelentes características técnicas, con grandes radios de curva, mínima pendiente y amplia plataforma.



   Desde el aparcamiento habilitado en el puerto de San Lorenzo es preciso cruzar la carretera y atravesar una portilla, tomando dirección noroeste, para iniciar este tramo del Camín de la Mesa. La senda, al principio un tanto irregular, está bien marcada pues además de la señalización característica con bandas blancas y rojas, al tratarse del GR 101, se encuentran los llamativos miliarios, propios de esta histórica senda.



   Predominan acebos y piornos, también llamados escobas o retamas (cytisus scoparius), los cuales durante la primavera y gran parte del verano llenan de vistosidad estas zonas de montaña, con sus flores amarillas, ofreciendo unos sorprendentes contrastes. Curiosamente estas plantas son tóxicas en su parte aérea, por este motivo el ganado vacuno y otros animales de pasto no las comen. 



   Poco a poco el camino, ahora excelente, va girando hacia el norte buscando siempre el terreno más favorable, llegamos al paraje señalizado en el mapa como la Espina de la Fogaza, desde donde tenemos una hermosa vista del abierto valle por donde asciende el Camin de la Mesa.



   Antes de iniciar la ascensión hasta el collado de la Tartulla, aprovechamos la Fuente el Camín  para refrescarnos y reponer, la fuente está perfectamente señalizada en el mismo mojón que el indicador hacia el pueblo de Orderias, el cual se puede contemplar desde la senda a nuestra izquierda.



   El entorno natural que nos rodea en este valle, en un día soleado, es realmente atractivo. El sendero, al transcurrir por la parte alta de la cordillera, permite que se puedan contemplar hermosos paisajes y valles representativos de la geografía asturiana.



   En La Tartulla, es necesario cruzar por una zona estrecha, algo embarrada, hasta llegar a una pradería señalada en el mapa como Llano Fasguiero o Fasqueru, para luego retomar la andadura en la parte izquierda de la ladera, un poco tapada por los piornos de la zona pero bastante bien marcada. Poco después de cruzar la portilla se llega al Alto de la Celada, dejando a la derecha una fuente.



   En descenso se llega a la impresionante Campa o Vega de Cueiro, enorme, con una amplitud difícil de imaginar. En esta zona se juntan los concejos de Somiedo, Teverga, Belmonte,y un poco más abajo Grado y Yernes y Tameza. Llamada también vega de Taxa sus extensos pastizales se extienden como un oasis a lo largo de los montes de La Berza y Las Troncadas.



   Pero Cueiro es mucho más que paisaje, sin duda fue uno de los enclaves relevantes en la historia del Camín de la Mesa, pues la prehistórica ruta, acondicionada por los romanos, mejorada en épocas posteriores, y que hoy podemos disfrutar, se bifurcaba en dos ramales o calzadas importantes, de ahí el nombre de Biforcos de Cueiro.



   Por una parte, al noroeste por la sierra de Porcabezas, en dirección a Dolia y la Cabruñana, siguiendo la calzada oficial, la ruta avanza hasta Grao para seguir por Lugo de Llanera-Lucus Asturum. Hacia el Este parte la otra vía romana o Camín Francés, con el mismo destino, por la sierra de Tameza, pasando por Vicenturo, Marabio, Villanueva de Santo Adriano y Oviedo. 



   Dos históricos ramales que partían de Biforcos de Cueiro, también conocido con el nombre de Cantu La Bobia. En épocas pasadas, en este señalado paraje había una ermita y venta para caminantes, pero en la actualidad tan solo quedan ruinas, muy cerca del miliario XXVII del Camín de la Mesa.


   Situados en el crucero de caminos históricos, encontramos a la izquierda una buena pista que desciende a la aldea de Montovo, pero debemos seguir hacia el Norte rodeando el Picu la Berza para acceder a la Sierra´l Contu. Unos metros más adelante otra referencia, La Pousa el Sal y luego el mojón de Val María, donde se puede observar uno de los tramos de camino empedrado mejor conservado de todo el recorrido.



   Además de los característicos helechos nos tropezamos con cotoyas o tojos, algún acebo y abundantes espinos albares (crataegus monogyna). Se transita bien por esta zona, en agradable descenso, sin dificultades de orientación. Resulta evidente que nuestros antepasados han utilizado esta interesante vía hasta épocas bastantes recientes debido al sugerente y bien estudiado trazado, quizás sea ésta una de las razones por las que algunas zonas se mantengan en tan buen estado.



   Después de rebasar el mojón de Prialvare, al lado de una charca, la senda, en descenso, nos conduce próximos a una zona de prados, pasando al lado de una cuadra, para poco después llegar a El Acebu, una pequeña campera con preciosas vistas, aquí un nuevo mojón nos indica otra bajada a Montovo, y a Tolinas por el otro lado.



   También se divisa la traza hasta llegar a El Cuetu o Picu de la Sierra del Contu, el camino es fácil y cada poco se encuentra una señal, un miliario con el kilómetro correspondiente o el ya familiar indicador en el mojón de piedra, como en el llano de L`Aprecida poco antes de alcanzar la Sierra del Contu. En el Picu de la Sierra se ubica un panel informativo sobre los Túmulos megalíticos de la zona.


   Después de caminar unos metros en llano por el Contu se inicia un cómodo descenso curveando en zigzag, y podemos aprovechar esta circunstancia para disfrutar del magnífico paisaje desde las alturas, hasta llegar a la Campa de los Madeiros.



   La traza prosigue muy cerca de la Braña de la Forcada, atravesando la campera del Coyau del mismo nombre. La podemos observar sin necesidad de descender aunque si disponemos de tiempo ………., lamentablemente la mayor parte de las cabañas están sin tejado y medio derruidas. 


   Una empinada cuesta nos conduce hasta el Coyau de Peñas Negras, pasando al lado de una cuadra, lugar donde de nuevo se inicia el descenso hasta llegar a la Venta de Porcabezas. Un panel informativo nos indica que “está situada a unos 1100 m. de altitud. Prestó diversos servicios y auxilios a los viajeros desde la época antigua hasta la actualidad. Los arrieros la utilizaron para llegar a Torrestío y la Babia leonesa, y así comerciar y transportar mercancías, hasta principios del siglo pasado. En el momento presente se ha transformado en una gran cuadra y tenada para los animales que se estabulan durante los meses de buen tiempo”.


   Circulamos por una zona de gran belleza, con praderías tapizadas de un verde que nos llama la atención, donde los suaves desniveles ayudan a contemplar el entorno; así, disfrutando, nos situamos en el Alto del Mouro, donde ya divisamos la antigua Venta de la Corredoria. 



   En este último tramo, además de los ya citados espinos albares, se aprecia un aumento importante de árboles caducifolios, de manera especial fresnos (fraxinus excelsior), un árbol muy asociado al mundo rural por su variada utilidad en la elaboración de herramientas y aperos, también usado como combustible, y sus hojas son muy buenas para la alimentación del ganado.



   Lo que antiguamente era una Venta se ha transformado en una amplia y animada pradería con abundante ganado, en algunos meses. El Camin de la Mesa se coge dejando unas cuadras a la derecha, está señalizado. Aunque a veces la vegetación nos genera algunos problemas, el tramo desde la Venta de la Corredoria hasta Dolia conserva su ancho original y en ciertos lugares se puede apreciar el enlosado de piedra que formaba el pavimento original de la antigua calzada romana. Una buena poda ayudaría mucho.



   Tal como podemos leer en uno de los paneles informativos que encontramos en Dolia, este Camín Real, conocido también como Camino de Castilla o Camín de los Moros fue perdiendo importancia a partir del trazado de la carretera de Castilla a través del puerto de Pajares, a partir del siglo XVIII, debido a su forzosa estacionalidad ya que durante 6 meses se mantenía cerrado por la nieve.



   Contó con diversos ramales secundarios que dan forma de arteria a este camino, que desembocaban en el valle de Trubia, valle del Nalón, Pravia y Salas, Llanera y el centro de Asturias hasta los alrededores del romanizado Gijón.


   


   

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