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martes, 25 de noviembre de 2014

Las cascadas de Oneta - Concejo de Villayón

 

   Quizás sea la mezcla entre el bosque, el ruido del agua, el entorno rural o la propia naturaleza, la verdad es que es uno de esos lugares que suelen atraer y te llenan. 



   Llegar al emblemático lugar es un corto paseo de media hora desde la pequeña aldea de Oneta a través de una ancha pista por campos de siembra y praderías. Dejando atrás las casas del pueblo, el camino inicia su descenso y enseguida localizamos el curso del río del mismo nombre, luego “se suceden una serie de cascadas y molinos de gran interés natural, paisajístico y etnográfico. Estos valores han conducido a la catalogación de la zona como Monumento Natural, en el año 2002, por parte del Principado de Asturias”, según se indica en uno de los paneles informativos ubicados en la zona.



   El entorno de la primera, conocida con el nombre de Firbia, resulta muy llamativo, con una frondosa vegetación que envuelve el rincón donde predominan helechos y árboles caducifolios: alisos, sauces, fresnos y castaños, entre otros. El agua se descuelga desde más de 20 metros de altura.



   El musgo sobre las rocas, la luz que se filtra entre los árboles, el vapor de agua y el ruido que se origina generan un efecto encantador y mágico. Algunos, con un poco de imaginación, hablan de hadas, xanas, cuélebres, ……y otros personajes mitológicos.


   Mi recomendación es que debemos tener mucho cuidado con las húmedas piedras del río pues se resbala con mucha facilidad, y las caídas son muy peligrosas.


   Siguiendo el cauce del río, la ruta continúa a través de un antiguo canal hasta llegar al segundo Molín, desde aquí bajando por un sendero angosto y muy empinado, y ayudados por el propio ruido del agua nos podemos acercar a la segunda cascada, de nombre Ulloa o la Firbia de más Abaxo.



   Totalmente rodeada de árboles y plantas esta segunda cascada tiene una caída de agua inferior a la primera y no es tan vertical, el agua resbala por la pared dando lugar a bellas formaciones musgosas, en mi opinión con un mayor poder de encantamiento, hechizante; es una preciosa estampa en medio de un entorno de naturaleza pura, aquí sí que podemos encontrar alguna de las hadas o xanas perdidas por el bosque.



   Estos llamativos y deslumbrantes saltos de agua se originan por la diferente resistencia frente a la erosión entre las durísimas cuarcitas y las blandas pizarras. Una vez más insistir en las necesarias precauciones cuando nos acercamos a las engañosas piedras cercanas a los ríos.
   Existe una tercera cascada, con el nombre de Maseirúa, pero al parecer complicada de localizar al no existir camino marcado y bastante inaccesible, al menos desde esta parte del río. Por mi parte el intento resultó inútil.


   Al lado de la propia y natural espectacularidad de las cascadas resulta enriquecedor para el caminante visitar y conocer los dos molinos que con tranquilidad podemos examinar, en el corto recorrido de este privilegiado lugar.



   Estos molinos son antiguos ingenios que tenían por objeto la molienda de los granos de cereal para su consumo por el hombre o los animales, en este caso trigo, maíz, centeno y escanda principalmente. Aprovechar los cereales para la fabricación de pan ha sido una actividad básica desde la prehistoria.


   Para su funcionamiento se requiere un salto de agua de cierta altura. Aguas arriba del emplazamiento del molino se construía una presa de piedra de la que partía un canal más o menos largo que llegaba hasta el molino, y una vez allí se lanzaba el agua por un fuerte desnivel para mover el mecanismo de rotación del rodezno.



   En toda la región asturiana estos molinos suelen ser de pequeñas dimensiones, con dos plantas independientes e incomunicadas. Debajo, el infierno, por donde circulaba el agua que salía al exterior por un arco de piedra, y aquí se alojaba la maquinaria de rotación. Encima, la sala de molienda, donde estaban las muelas y el resto de piezas.
   La rueda del infierno transmitía su movimiento giratorio a la muela corredera, una gran losa circular de piedra, situada en la sala de moler, la cual gira sobre otra losa similar pero fija, la solera.


   En esta zona de Oneta se construyeron varios molinos aprovechando los desniveles del río, pero la mayoría están en ruinas por desuso. Al llegar a la primera cascada podemos visitar uno de ellos, el Molín de Abaxo, y un poco más abajo encontramos otro, ambos en bastante buen estado. Merece la pena echarles un vistazo.


   Un lugar sorprendente con un trazado corto y sencillo, de fácil acceso y señalizado, a través de un camino placentero de unos dos km. de trazado. Antes de llegar no parece que vayas a encontrar estos fantásticos saltos de agua permanentes rodeados de un entorno tan impresionante. A veces no necesitamos ir muy lejos para encontrar lugares con encanto que nos sorprenden.



   Para llegar a Oneta debemos desviarnos en Navia. Saliendo de la A-8, justo antes de entrar en esta población es preciso coger la comarcal AS-25, dirección Villayón. Después de 9-10 km. debemos tomar un desvío a la izquierda, carretera VY-4. Atravesar Villartorey, y unos 5 km después, por un tramo de carretera estrecha y sinuosa alcanzar la citada aldea de Oneta.





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