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lunes, 28 de enero de 2013

Vamos de setas: La Lepiota



   Dicen los entendidos que Asturias es un paraíso micológico, quizás tenemos menos cantidad de setas que otras regiones de la península, pero más calidad y mucha variedad.
   Pero a pesar de esta gran riqueza, la afición por las setas no está totalmente asumida; aunque es cierto que cada vez se más gente con su cesto de madera, conocido con el nombre de maniega, una buena navaja y un bastón, que siempre ayuda en el monte.



   Nuestros paisanos siempre sintieron cierta aversión por las setas, quizás existía cierta superstición, algunos decían que era cosa de brujas, otros hablan de la antigua mitología, …… pero en mi opinión el principal motivo está en el miedo, todos tenemos miedo a equivocarnos y recoger un seta venenosa, incluso a tenerla en las manos. Todavía existen muchas dudas, quizás es debido a una elemental falta de práctica.


   Contra ese miedo tienen que luchar los expertos y las sociedades micológicas. El mundo de las setas no es fácil, y para recoger hongos se pide, sobre todo, sentido común. A veces se cree que recogiendo siempre las mismas variedades no pasa nada, pero es necesario ir con cuidado, evitando riesgos. Los entendidos recomiendan salir con una persona experta durante unos meses, así por una parte eliminamos el riesgo de intoxicaciones, y en otro sentido, debemos conseguir una meta didáctica cuya finalidad es mostrar el monte asturiano y sus secretos, entre los cuales se encuentran las setas; resulta excitante disfrutar de este maravilloso mundo a veces tan desconocido.
   En Asturias hay cerca de 2000 tipos de setas identificadas y una de las más conocidas y abundantes es la Lepiota (Macrolepiota procera), también llamada parasol, apagador, matacandelas, gallipierna, …..


   Ascendiendo por un ancho camino desde el pequeño pueblo de Piñera, en el concejo de Llanera, hasta llegar al Alto del Veredal, rodeado de castaños y otros árboles caducifolios, descubrí en un prado próximo una numerosa y atractiva colonia de Lepiotas.


   Resulta difícil confundir al “Parasol o apagador” con otras Lepiotas tóxicas que son más pequeñas. El Parasol tiene un porte grande sobresaliendo en prados y brezales, el anillo móvil y el pie muy largo atigrado. De joven parece un huevo con manchas pero según va pasando el tiempo adopta la forma de parasol o de sombrilla. Su nombre científico viene del latín “procerus”, que significa alto, esbelto, muy crecido.
   Para salir de dudas, evitando problemas, se recomienda recolectar ejemplares con un diámetro superior a 10 cm; y al cortar el tallo tiene que ser blanco, nunca puede enrojecer.


   Este hongo es comestible y muy apreciado, aunque sólo se consume el parasol o sombrero, ya que el pie es muy fibroso y poco digestivo.
   Suele ser bastante común y vive en toda clase de bosques, en claros, prados y márgenes de bosques herbosos, con suelos húmedos y abundante hojarasca. La podemos encontrar desde la primavera hasta el otoño, aisladamente o en grupos numerosos.


   De olor suave y afrutado, y con un sabor parecido al de las avellanas, este hongo es muy buen comestible, para hacer a la brasa o rebozado; aunque existen muchas y variadas recetas relacionadas con este hongo que tiene carne abundante y blanda en el sombrero. También se puede comer crudo y resulta popular empapado en mantequilla.
   En algunos países de Europa central y oriental, la Lepiota se prepara de forma similar a una “chuleta”, se pasa por huevo y pan rallado y se fríe en una sartén con un poco de aceite o mantequilla, y se sirve con pan blanco.



   Una receta de origen eslovaco nos dice que esta seta resulta muy sabrosa al horno, rellena con carne de cerdo molida, orégano y ajo. Italianos y austríacos también rellenan las Lepiotas jóvenes con carne picada sazonada, al horno, como si fueran pimientos rellenos. Es preciso reseñar que a medida que  envejece  resulta  poco digestiva, ya que la carne se vuelve fibrosa.



      La Macrolepiota procera es la seta con láminas que alcanza un mayor tamaño. La presencia del anillo en el pie hace que, para mucha gente, sea poco atractiva y considerada venenosa, posiblemente por la semejanza con las setas del género Amanita, algunas de ellas mortales, pero éstas tienen una volva en la base del pie, y el anillo nunca es móvil. Pero todos coinciden en afirmar que la Lepiota es una de las setas más fácilmente identificable debido a sus características morfológicas tan definidas.
   Recordar la recomendación, si es grande y no enrojece, podemos cogerla con confianza.






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